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domingo, 17 de febrero de 2013

CABLE CARRIL: EL TRANSPORTE PÚBLICO DE LA CIUDAD DEL FUTURO




A medida que la población de las ciudades crece y más personas tienen que movilizarse en un espacio reducido, el tema de cómo hacer más rápido, eficiente y cómodo al transporte público es uno de los grandes temas urbanos del momento.
Gobernantes, pensadores y diseñadores están impulsando alternativas en todo el globo: soluciones de planificación como los buses rápidos inventados en Brasil, de diseño y tecnología como las paradas de colectivo inteligentes francesas, y hasta intervenciones culturales de personas y marcas, las aproximaciones al tema son variadas.
Pero la propuesta de la firma Frog es probablemente la más interesante y desafiante en mucho tiempo: ¿qué pasaría si articuláramos buses y subterráneos con cable carriles?
Durante una presentación en la conferencia PSFK de San Francisco, el director de Frog, Michael McDaniel, explicó que el principal punto a favor de su idea es el bajo costo de este sistema.
El transporte público de calidad, y el que más nos gusta a los seres humanos, es el que va sobre vías: trenes, tranvías y subterráneos. Pero éstos tienen dos principales problemas: requieren suelo, que tiene un gran valor inmobiliario, y grandes inversiones de dinero.
“Crear nuevas vías de tren y equiparlas con infraestructura tiene un costo de 35 millones de dólares por milla”, explica el diseñador. “Si decidimos elevar las vías para no ocupar el suelo, el costo de construcción sube a 132 millones por milla, y sigue ocupando espacio comercial. ¿Qué pasa si vamos debajo del piso, si construimos un subterráneo? Ahí estás tomando esos 35 millones iniciales y encerrándolos en un tubo de concreto que requiere cuevas excavadas por el hombre, elevando el costo a 400 millones por milla”.
McDaniel señala que existe otro problema: la traba cultural. Las personas consideran al transporte público sucio, abarrotado de gente, y falto de libertad. Varios puntos que en la mayoría de las ciudades son ciertos. La solución: autos voladores. El problema es que, si bien la tecnología está avanzando para que éstos existan algún día, todavía no son una realidad.

Pensando en cómo adaptar la tecnología disponible, modificarla, y convertirla en algo que pueda ser posible de implementar, los diseñadores de la pista consideraron a los elevadores de pistas de esquí. “Suena ridículo, pero sólo hasta que se remueve la nieve y la montaña de la fotografía”, dice McDaniel.
“Si volvemos a la grilla y analizamos la posibilidad de transporte masivo basado en el aire, hablamos de una fracción del costo inmobiliario. Y como no necesitamos crear infraestructura de vías, sólo un tendido de cables, el costo baja muchísimo, arrancando en tres millones de dólares por milla y llegando a un máximo de 12 millones por milla”. Menos de la mitad del costo de infraestructura de una milla de tren y sólo una fracción de un tren elevado o un subte.


















Los beneficios son atractivos: las construcciones que ya pueblan la superficie de la tierra no son un problema, porque los carros podrían viajar alrededor de la infraestructura existente. Como pueden pasar por arriba del agua, con la asistencia de diseñadores se podría convertir al viaje al trabajo en una experiencia sensorial.
Como los cable carriles pueden cambiar fácilmente de altura, los transbordos pueden realizarse con suma facilidad. Y ya que el cable está en continuo movimiento, tiene una excelente frecuencia que se traduce en libertad.
Pero el punto más importante para la propuesta es la capacidad de los cable carriles: se estima que para un viaje corto entre dos estaciones, las góndolas pueden cargar alrededor de diez mil personas por hora. Eso equivale a dos mil viajes de un auto y 100 viajes de un colectivo.

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